domingo, 13 de marzo de 2011

Un acogedor Vallecito Hermoso

Esta semana se iniciaron las clases de mi maestría. Son cuatro cursos por semestre. Fundamentos de la Neuroanatomía, Neuropsicología, Cognición y Lenguaje y Lingüística. Son bastante teóricos y mi aula es numerosa, con 50 estudiantes, cerca del 97% mujeres. Somos lo máximo las mujeres, hay varias mamás y más esposas. Aún así bastante organizadas. Sólo me preocupa un poco el horario ya que salimos algo tarde y el miércoles pasado algunos delincuentes ya asaltaron un auto y a dos compañeras. Nos recomendaron salir en grupo y acompañarnos hasta el paradero, que no está lejos. Y ahora queda disfrutar de las clases y estudiar mucho porque ya se inician las exposiciones e investigaciones. El viajecito es algo largo ya que voy desde el Callao, mi dulce hogar, hasta Monterrico, el acogedor vallecioto que se llama Hermoso por cierto, pero disfruto mucho de leer en las combis mientras voy y mientras regreso. Así que se inició esta nueva aventura que durará veinte meses y de los que ya avancé una semana. Gracias Dios por todo lo lindo que me regalas a diario: El mundo, mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis estudios.

sábado, 12 de marzo de 2011

CON HÁBITO MARRÓN Y SANDALIAS FRANCISCANAS SE CONSTRUYE UN MUNDO MEJOR

A tres horas de Lima, por la Panamericana Norte, llegamos a Canta y quince kilómetros más allá nos recibe Huaros, un pueblito bastante hospitalario  y pacífico por lo regular. Pero, al llegar no encontramos nada de eso, sino a toda la población congregada en la plaza central, específicamente en el frontis de la iglesia. “Este no es un domingo cualquiera, estamos muy tristes y si tenemos que cometer un delito como el secuestro, lo haremos; antes que dejarlo ir”- nos dice Jerónimo Loayza, gobernador del lugar.
Todo empezó esta mañana en la misa dominical de las siete. Como cada domingo, la población se encontraba escuchando la celebración litúrgica semanal, cuando en medio del sermón, Carlos Mendoza, sacerdote franciscano, agradece al pueblo de Huaros que lo acogió y lo hizo sentir en familia durante quince años y agrega: “Voy a extrañarlos; pero, la misión me lleva hoy por otros rumbos. Les pido recibir con los brazos abiertos al otro sacerdote hermano mío en esta orden franciscana, quien continuará con las tareas que yo realizo”. Y se iniciaron los murmullos primero, y las lágrimas después. Varones, mujeres y niños decidieron quedarse en la puerta de la iglesia y empezaron a gritar: “Él es uno de nosotros, ¡secuestro antes que partida!”.
José María Quispe, sacristán de esta iglesia, desde que llegó el Padrecito, como lo llaman con familiaridad, nos ayuda a reconstruir esta increíble muestra de amor al prójimo. Resulta que hace quince años llegó a este rincón de la sierra limeña Carlos Mendoza, joven sacerdote de treinta y cinco años, de la orden franciscana y de origen español. Sólo trajo consigo una mochila cargada con un hábito más y muchos proyectos de vida comunitaria. No encontró un convento, tan solo una iglesia de esteras y unos tronquitos que hacían de bancas. El pueblo no era muy creyente ya que tan sólo una vez al mes llegaba la visita de algún sacerdote para oficiar misa. Rápidamente el padrecito se hizo muy querido ya que nunca descansaba. “Yo al ver este ejemplo me ofrecí a ayudarlo en mis ratos libres y desde entonces me acogió como sacristán. Mi familia había desaparecido en un accidente automovilístico poco antes de su llegada. Yo estaba muy triste, él fue mi salvación, sólo pensaba en morir, ya no le encontraba sentido a nada”- nos dijo José María.
“A los tres meses ya había construido un horno artesanal detrás de la iglesia y nos contó que sabía hacer pan”- comenta Anita Sotomayor, señora encargada del almuerzo diario del padrecito, muy reconocida en el lugar por su incomparable sazón criolla. Está demás decir que inmediatamente muchas personas se ofrecieron a ayudarle a hacer pan diariamente y desde entonces cada mañana se escucha un silbato muy fuerte mientras mujeres y niños salen al encuentro del padrecito Carlos y Carmelito. Pedrito Mejía, un niño pequeño de unos siete añitos nos cuenta: “Carmelito es un amigo del padrecito, este burrito apareció milagrosamente un día en la puerta de la iglesia, nadie sabe cómo llegó, pero se quedó y no quiere irse”. La tarea de Carmelito es llevar las alforjas llenas del crocante y fresco pan que el padrecito ofrece. Algunos le compran, no menos de diez panes diarios por familia; otros, con pocos recursos, iluminan sus rostros cada día al recibir gratuitamente pan caliente.
Con las ganancias de este trabajo diario, el padrecito ha logrado refaccionar la iglesia y hoy tiene una apariencia muy de acuerdo al lugar. Hecha de adobe, al igual que el resto de viviendas en el pueblo, y con unas preciosas tejas de color rojo sobre el techo, lleva orgullosa la cruz de Jesucristo. Está ubicada en la plaza central y se ha convertido en una iglesia muy atractiva y bastante concurrida por los lugareños. En su interior encontramos bancas de madera muy bien hechas y un altar tallado delicadamente por los artesanos del lugar. Sin embargo, el trabajo del padrecito no se quedó ahí. Empezó a tocar todas las puertas de Huaros y los alrededores en busca de donaciones; además, consigue, nadie sabe cómo, diversos objetos que rifa cada semana. Y con estos recursos construyó un albergue para los niños huérfanos o cuyos padres trabajan lejos y no pueden cuidar de ellos. Este funciona al lado de la iglesia y del horno artesanal. “Todo el tiempo se le ve yendo de la iglesia al horno, del horno al albergue, del albergue a la iglesia, y todas las combinaciones posibles que le permiten las horas entre las cuatro de la mañana y la medianoche. Siempre tiene energía y encuentra algo que hacer”- comenta Alipio Sánchez, alcalde del distrito.
Volvemos con José María para entender bien la decisión del arzobispado: “Ayer llegó un documento que le anunciaba al padrecito que debía continuar con su labor evangelizadora en una comunidad cusqueña. Sabemos que tal vez es justo que otras personas le conozcan y le quieran, pero todavía no estamos preparados para dejarle ir”. Ahora entendemos el porqué de estas manifestaciones públicas de desacuerdo y desconcierto. Felizmente, al saber de esto, y después de unos días de suspenso, el arzobispado se retractó y anuló la resolución. El padrecito se quedará con ellos por un tiempo más. “Ahora, todo parece sólo un mal sueño”- concluye José María con lágrimas en los ojos.
Carlos Mendoza, con un hábito marrón de la orden franciscana, ha transformado la vida de los residentes en Huaros. Y la comunidad lo adoptó voluntariamente como su hijo predilecto. Esto nos demuestra que la familia no sólo es la que comparte lazos de sangre, sino la que se construye cotidianamente en medio de la convivencia y el trabajo en equipo.    

HIJO PREDILECTO DE HUAROS GENERA EMOCIONES ENCONTRADAS

“Él es uno de nosotros, ¡secuestro antes que partida!”- gritaban  enérgicamente los pobladores de Huaros, un pueblito de Canta en la sierra de Lima norte.
Carlos Mendoza, sacerdote español de la orden franciscana e hijo predilecto de Huaros por adopción voluntaria, originó caos y desconcierto social en la población al anunciar en medio de la prédica dominical su partida luego de quince años. Los pobladores se congregaron en la plaza central inmediatamente terminada la celebración eucarística para encadenarse a la puerta de la iglesia y dejar en claro y con energía que prefieren secuestrarlo antes que dejarlo ir si el arzobispado no anula la resolución. Como el pueblo de Fuente  Ovejuna, todos a una, no entendían razones ni humanas ni divinas.
La razón de esta actitud es el trabajo social que viene desempeñando el sacerdote quien complementa sus tareas en el despacho parroquial con las de empresario – panadero con visión de futuro. “Con lo poco que le pagan las familias por el crocante y fresco pan refacciona la iglesia que hoy ve usted, cuando empezó todo era polvo y esteras”- dice el teniente alcalde en medio de los gritos de la población. Y el más anciano del lugar agrega: “con las donaciones de algunos de nosotros y rifas de objetos que consigue por gratitud a él ha logrado poner en funcionamiento un albergue para los niños huérfanos o cuyos padres trabajan lejos y no pueden hacerse responsables de ellos”.
Después de unas horas de alerta pública se supo que el arzobispado dio marcha atrás y decidió dejar en su puesto a este querido hijo de Huaros, quien siente esta tierra más suya que nunca aunque no lo vio nacer.

domingo, 6 de marzo de 2011

todo va viento en popa

debo agradecer a la vida por todo lo que me da. gracias Dios por hacerme parte de tu creación. siento que en el camino voy aprendiendo y eso me ayuda a crecer. mi mamá y mi hermanita son una bendición para mí. son el soporte emocional que me hacía falta estando lejos. yo siento que no hay nada que no pueda hacer estando en casa. todo tiene sentido cuando estás cerca de quienes te aman incondicionalmente. tal cual eres, con debilidades, fortalezas, mal carácter, berrinches... son ellas las que están atentas a una carita triste, una lágrima indiscreta, un silencio prolongado... gracias chicas, sin ustedes no sería la misma Ysabelita de siempre.

sábado, 5 de marzo de 2011

Más amigos...

RENATO CHAVEZ FLORES: DISPUESTO A CAMBIAR EL HOY POR UN MAÑANA MEJOR
Renato es un vendedor al borde del retiro, eterno bohemio y músico idealista. Vecino del populoso distrito de Chorrillos. Es un joven que a sus veinticinco años siente que hay caminos de su vida que debe ir cerrando y autopistas por delante que debe recorrer.
Viene de una familia de cuatro hermanos, donde él es el menor. “todos somos varones, la única mujer es mi mamá”- nos dice. Esta realidad no poco frecuente entre las familias peruanas va haciendo de Renato el joven inteligente, amable y muy caballero que hoy es.
Él terminó el colegio y muy temprano incursionó en los negocios por herencia paterna; sin embargo, no le ha ido muy bien y siente que es hora de dejarlos por un rato. “Ya me cansé de estar tras un mostrador”- comenta después de contarnos que su padre fue muy exitoso en este campo más o menos hasta los ochenta y que después nada fue igual. Renato busca nuevos rumbos y quiere dedicarse este año a seguir llevando cursos del tipo de Redacción Periodística para encontrar el trabajo que le permita disfrutar lo que hace. Es un joven emprendedor con muchas metas por cumplir.
Cuando hablamos de la música le brillan los ojos al mencionar: “Yo toco la guitarra y algo de bajo”. Eso significa que estamos frente a un varón que ha desarrollado su sensibilidad, que permite que afloren sus emociones y que cada día trabaja por ser una mejor persona. Con respecto a la vida bohemia que se asocia a la música, nos dice: “Sí soy bohemio, disfruto de la vida nocturna con una copa de vino en la mano y lamento no haber dado rienda suelta a mi vertiente creadora”. Se refería no solo a la música sino también a la literatura. Nos comenta: “He escrito algunas cosas; pero, no las he mostrado, quedaron solo para mí”.
Ya es su tercera elección como ciudadano peruano, y hace cinco años fue convencido por la magnífica oratoria de Alan García -“Este gobierno lo hizo mejor, todos merecemos una segunda oportunidad”- nos dice. En cuanto al panorama político 2011 comenta: “Ahora no hay mucho de donde escoger, me quedo con Pedro Pablo Kucynski por su honestidad, inteligencia y propuesta de gobierno”. Es uno de los pocos jóvenes que buscan estar informados antes de emitir su voto, conciencia ciudadana le llaman algunos. “La democracia nos exige participar activamente en los procesos de elección para ser conscientes de los candidatos que llevamos al gobierno”- comentó.
“No conozco mucho de mi país, así que empezaré a viajar y hacer turismo interno”- nos dice Renato algo cansado y aburrido de la selva de cemento que a diario nos envuelve entre el más llevadero tránsito después del metropolitano, el smog algo controlado con las revisiones técnicas, y el ir y venir de gente que corre sin saber por qué en todos los distritos de nuestra sobrepoblada Lima.
Por Ysabel Goytizolo

Mis sábados de un tiempo a esta parte!!!

DE VUELTA AL RUEDO
Otro sábado por la mañana, como de costumbre, dan las seis y automáticamente a levantarse. La rutina es la de todos los días. Me espera el baño y el cepillo de dientes. Regreso a la habitación y tiendo la cama, labor que en verano se hace mucho más rápido al evitar la frazada. Inmediatamente coloco sobre el edredón la ropa que utilizaré. Luego, una refrescante ducha para terminar de despertar y a vestirse. Una vez que se tiene el atuendo adecuado, estoy lista para enfrentarme a la ciudad. Pero antes, un juguito preparado por mi mamá. Hoy fue de naranja. Estuvo sabroso y muy vigorizante.
Desde hace algunas semanas llevo el curso libre de Redacción Periodística en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Al inicio tuve algunas desilusiones, ya que esperaba a otro docente; pero, como todo en la vida el tiempo se encargó de poner las cosas en su lugar. Yo vivo en el Callao, cerca del aeropuerto internacional Jorge Chávez y descubrí que la línea 9 me deja a media cuadra de la universidad. Por ello espero con ansias los sábados por dos razones: me gusta actualizar mis competencias comunicativas con relativa frecuencia y disfruto mucho leer en los trayectos por las intransitables calles de mi querida Lima.
Después de treinta provechosos minutos de leer la última parte de “el sueño del celta” de nuestro nobel de literatura Mario Vargas Llosa, llego al paradero de la Derrama, donde yo me quedo. Estoy a tiempo, aunque para asegurarme miro el celular. Ya aprendí a no leer mientras camino (choqué aparatosamente dos veces en mi vida: contra un teléfono público en el centro de Lima y contra un turista guapísimo en la ciudad del Cusco) por eso guardo el libro en la cartera y con paso seguro ingreso al colorido laberinto al interior de esta casa de estudios. De frente, derecha, de frente, izquierda, izquierda, izquierda arriba, izquierda, izquierda, izquierda… y llegué.
En el aula oscura y pequeña ya hay varios compañeros algo más puntuales que yo. Mientras le doy una leída a los últimos apuntes que tomé en la clase anterior, me preocupa saber que estoy retrasada una semana en relación al resto de los estudiantes debido al congreso de educadores santarrosinos en el que participé en Arequipa. Sé que el docente entenderá mi situación; sin embargo, no será lo mismo haberme perdido esa clase. Unas vocecillas me desconcentran y regreso al aula. Ahora se presenta un debate. La luz natural versus la artificial que tanto contamina al planeta; y se abren las cortinas permitiendo que los rayos del sol invadan la pieza.
Al poco rato, ingresa el profesor y yo le pregunto a mi vecino de la izquierda:
_ ¿Y qué pasó con Raúl Graham?
_ Desde la semana pasada nos acompaña Julio Cabrejos_ me respondió. 
Por Ysabel Goytizolo Puycan